sábado, 31 de mayo de 2008

¿A qué jugamos?

Supongamos que una noche estás en casa disfrutando de un relajante programa de televisión y desconectada del mundo exterior, cuando de repente él entra por la puerta y se queda yerto.
La imagen es horrible-dice.
¿Por qué es horrible?-contestas.
Grissom está verde-dice.
Está bien-replicas- No lo toques.

Ya puedes decir lo que se te antoje, porque no te va a hacer ni caso. Ha tomado el mando. Y se va a pasar por lo menos media hora enredando con todos los botones, así que mejor que te olvides de lo que estabas viendo.

Este fenómeno recibe el nombre de megacompostura , es decir, un hombre ve algo que no funciona muy bien y lo convierte en algo que no funciona en absoluto. Imaginemos por un momento que es una aspiradora con un poco de hipo, cuando termine con ella le habrá contagiado una versión electrónica de la tosferina. Y en tan solo veinte minutos.
A los hombres no les gusta arreglar cosas que no funcionan. Lo que les gusta es "perfeccionar" cosas que sí funcionan.

¿Por qué lo hacen? Algunos antropólogos lo han definido como el imperativo del juguete. Según parece todos los hombre adultos sienten pasión por cosas que hagan "cling" y "ping" , y que tengan un montón de hileras de lucecitas de colores y de interruptores. Y no son capaces de entender porque tú no compartes esa pasión.

La diferencia está en la infancia. Cuando somos crios, a las niñas nos da por jugar con nuestras muñecas a que somos maestras, actrices, cantantes o médicos y soñamos con convertirnos en todas esas cosas, por lo que al llegar a adultas lo más seguro es que lo seamos.
Pero un niño no acaba convirtiéndose en tren, ni en airgamboy ni en pelota de futbol, por lo que de mayores siguen encantados de poder tener juguetes. Y no veas si se les estropean, no pueden soportarlo.
Si se ha pasado los últimos cinco fines de semana tratando de ajustar la suspensión de su Yamaha, tendrás que recordarle que comer, dormir e ir al baño son elementos básicos necesarios para la supervivencia humana.

Pero si de verdad quieres practicar la solidaridad y que él piense que no existe ninguna como tú, ayúdale a arreglar algún juguete, aunque tengas que pasarte toda la mañana de rodillas en el salón a 10 cm del altavoz derecho de su "hipermegasuperequipo" de música, mientras el sube y baja el volumen mientras te dice: "¿escuchas ahora ese silbidito que te decía? Espera, espera...ahora ¿lo oyes?".

Te adorará para siempre.

1 comentario:

Marieta dijo...

Esto me recuerda a una cosa d Ingenieros q me han pasado:

-La gente normal piensa que si no está roto no hace falta repararlo. Los ingenieros creen que si no se ha roto todavía es que le falta desarrollo.
Para un ingeniero, todas las cosas del universo pueden clasificarse dentro de dos categorías:
(1) cosas que necesitan ser arregladas.
(2) cosas que necesitarán ser arregladas o mejoradas después de haber jugado unos minutos con ellas

A los ingenieros les gusta resolver problemas, si no hay problemas a mano, los crea. La gente normal no entiende este concepto, ellos piensan que si no está roto no hay necesidad de arreglarlo. Los ingenieros creen en cambio que si no está roto aun no tiene suficientes características.

Jajajaja, q tios, tu, jajajaja!
Besitos ma!