martes, 13 de mayo de 2008

El ombligo del mundo

A veces, en el momento menos pensado, pasan cosas que te hacen ver la verdadera dimensión de la vida y de ti mismo.
Los que me conocen saben que no paso por el mejor momento de mi vida y que justamente ahora es cuando posiblemente más necesito de la gente que quiero y que sé que me quiere. Así que me dedico a ello, a estar con esa gente y soltar mi tristeza, mi preocupación o mi perplejidad, según el ánimo del momento.

Creía que hoy iba a tener uno de esos momentos en los que , alguien fantástico al que quiero con toda mi alma iba a darme un rato de maravillosa complicidad, dejándome soltar lo que me apeteciera. Para mi sorpresa toda ha terminado justo al revés.

Y no es porque no me haya dado su calor y su cariño con pasión, como siempre hace.
Sin embargo, en un momento, me he encontrado escuchando como describía el bajón que estaba sintiendo, su cansancio, sus deseos de alejarse del mundo.
Oía su tristeza, su preocupación, su necesidad de que las cosas cambien. Y solo quería consolarlo.

Más allá de mi misma y de mis problemas, solo pensaba como transmitirle un poco de mi fé en él y en la vida; como demostrarle que siempre tendrá mi apoyo y el de muchas personas que seguro que le quieren, porque se lo gana sin descanso; como conseguir que se sintiera mejor y verlo sonreir.

Creo que lo he conseguido un poco, porque ha vuelto a sonreírme ( siempre lo hace) , aunque al final me ha hecho llorar. Es posible que él haya creído que era de tristeza, pero en realidad era gratitud. No he sido capaz de explicárselo en persona por eso quiero decírselo ahora.
Porque me ha mostrado que sigo siendo yo, que a pesar de como me encuentre su dolor me importa más que el mio propio y que siempre arrimaré el hombro por lo que vale la pena sean cuales sean mis circunstancias.


Gracias, mi pequeño gran hombre, por recordarme que mi ombligo no es lo más importante de éste mundo.

No hay comentarios: