jueves, 29 de mayo de 2008

Un jueves al sol

Me gustaría tenderme sobre un piedra al sol como las lagartijas, sin más objetivo que el de calentarme y descansar. Dejar volar mi imaginación sin destino conocido, simplemente dejar que fluyan pensamientos inconexos, deshilvanados. Estirar todos mis miembros uno a uno, poco a poco, mientras siento en mi cara el suave roce de la brisa cálida. Y sonreir.

Disfrutar de un breve pero reparador momento de calma en el que, por fin, todo parece que encaja. Que la vida me ha dado un respiro y me ha devuelto la oportunidad de saborear buenos momentos.

A diferencia de las lagartijas, no tengo más remedio que salir al mundo cuando hay tormenta y hace frio; cuando el sol se empeña en abandonarnos; incluso cuando se pone tan oscuro que las tinieblas parecen ahogarnos. Aunque tenga miedo de la oscuridad. Aunque no soporte el frio y la desolación. No tengo más remedio, tengo que seguir.
A veces me gustaría encontrar una hermosa y acogedora piedra en la que esconderme pero, no solo es imposible, es que tampoco estaría allí demasiado tiempo. Es mi naturaleza. Acabo saliendo del escondite y luchando contra las inclemencias con todo lo que tengo.No importa si me mojo hasta los huesos o si puede partirme un rayo. Tengo que hacerlo.Debo hacerlo.

Porque si no lo hiciera así, la recompensa de volver a mi piedra a disfrutar del calor del sol no valdría la pena. Solo cuando has luchado de verdad por lo que deseas, puedes tumbarte por fin relajado y en paz a disfrutar. Del calor de unos ojos que te miran con pasión; del calor de unas manos que te acarician con ternura; del calor de unos brazos que te acunan con afecto; del calor de un pecho amigo; del calor de palabras que llenan de fuego tu corazón.

Hoy me he dado cuenta de que ya no hay razón para sentir miedo y, como las lagartijas, voy a abandonarme a ésta mágica sensación de que la vida me sonrie y no tengo más preocupación que la de calentarme un ratito al sol de la felicidad.



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