sábado, 2 de abril de 2011

Palmeando

No, no voy a dar palmas, aunque con lo contenta que estoy ultimamente podría. En lugar de eso voy a daros la brasa con una nueva entrega de costumbres , que en mi tierra (como en todas, supongo) tenemos a mogollón.
Ha empezado el mes de Abril y con él nos acercamos a la celebración de la semana santa, devocional para unos y lúdica para otros que, en cualquier caso, nos brinda la oportunidad de conocer cosas nuevas.
Intimamente ligadas a esta celebración se encuentran las palmas. Las de aplaudir no, pesaos, las blancas. Y, claro, es imposible hablar de ellas sin llevaros a Elche y su famoso Palmeral, cuna  de los artesanos palmeros.

El campesinado andalusí supo maximizar el aprovechamiento de las escasas aguas de las tierras cuasi desérticas de Elche mediante la plantación y gestión racional de las palmeras datileras, de acuerdo con unos principios de filiación yemenita.
En Elche, los límites de las parcelas regadas dispuestas a lo largo de las acequias están definidos por alineamientos de palmeras datileras. La pantalla vegetal genera un microclima que permite el desarrollo de cultivos asociados. El paisaje agrario resultante es conocido en Elche por la voz "Palmeral", y en el resto del mundo por la de "oasis".
Como resultado, en tierras donde el regadío simple difícilmente hubiese alcanzado a producir algo más que cereales, se desarrolló una agricultura intensiva a varios niveles (cultivo simultáneo de palmeras datileras, árboles frutales y herbáceas), que permitió el florecimiento de la ganadería y el artesanado.  El Palmeral, el oasis de Elche, constituye un extraordinario exponente de sostenibilidad en el desarrollo agrícola de ecosistemas frágiles.
El Palmeral constituye, así mismo, un testimonio vivo de una civilización desaparecida: Al-Andalus, la España musulmana.
Tanto como la Alhambra y la Mezquita de Córdoba recuerdan la gloria de los soberanos musulmanes de Al-Andalus, el Palmeral representa el extraordinario esfuerzo de generaciones de campesinos anónimos que, con el trabajo de sus manos desnudas, transformaron el desierto en paraíso. El esplendor cultural de Al-Andalus resulta inconcebible sin considerar la riqueza generada por el duro y sutil trabajo del campesinado andalusí.
La milenaria existencia del Palmeral propició el desarrollo de una rica y diversa cultura de la palmera, representada por el artesanado de la palma blanca, que fue impulsada tras la conquista cristiana de Elche debido a sus conexiones con tradiciones cristianas como el Domingo de Ramos.
A través de la cultura de la palma de Elche, el Palmeral se encuentra también asociado con el Misteri, una dramatización lírica de la Asunción de la Virgen que se viene representando sin interrupción desde hace quinientos años. El Misteri d’ Elx es el único drama sacro desarrollado en el interior de una iglesia que fue capaz de superar la prohibición de tales ceremonias decretada por el concilio de Trento (1542-1563).


Para la obtención de la famosa palma blanca se somete a las palmeras a un tratamiento cuyo origen se pierde en la memoria de los siglos. Las palmas blancas son obtenidas mediante el tapado o "encaporutxat" de las ramas de algunas palmeras, generalmente los machos o hembras con producción de dátiles de escasa calidad. Las operaciones necesarias para este "encaporuxat" se han ido transmitiendo, con mínimas variantes, a través de generaciones de palmereros. Incluso, esta técnica viene recogida en un texto de 1797.
Transcurridos los meses necesarios, las palmas ocultas a los rayos del sol y, por tanto, sin función clorofílica, aparecen al abrir el "caporutxo" de color blanco amarillento. Tras su corte y cepillado son clasificadas por Imperial, Capitana, Cadete, Cogollo, Punta Reina, Alfil y Verderón. Dado que estas operaciones se realizan con meses de antelación, las palmas se conservan en cámaras especiales, entre vapores sulfurosos, con el fin de conservar su frescura.
Algunas de ellas se destinarán a palmas lisas, otras serán trabajadas por manos artesanas (principalmente de mujeres) y, mediante el rizado de sus hojas, se adornarán con dibujos y figuras realizados con las blancas fibras vegetales. Cruces, estrellas, bolas, trenzas y un sin fin de ornamentos convertirán finalmente a las palmas en verdaderas obras de arte.

Se conserva la costumbre, extendida en numerosas poblaciones, de regalar para la procesión de Domingo de Ramos, palmas a diversas personas. Dentro del ámbito familiar, serán los abuelos quienes regalen ramos a sus nietos o bien los padrinos a sus ahijados.
¿Sabíais que antiguamente se colgaban palmas blancas en los balcones de las casas con jovenes casaderos? Lisas si eran chicos y rizadas para las chicas.
Eso sí que era ir a tiro hecho.


Fuente: web de cultura de la Generalitat Valenciana.

3 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Por una vez, lo sabía casi todo, menos la diferencia entre la palmera de chico o de chica casadera.Incluso he estado en el Palmeral de Elche y en la ¿alborada?, tremendo espectáculo, en dos palabras, im presionante, claro que para una de Valencia debe ser ná.

El guardian del Faro dijo...

¿Te imaginas colgar una palmera rizada en tu balcón?. Jejeje.
Al menos te ahorrarías trabajo.Y tener a todos los chicos pasando por la puerta de tu casa tiene su puntito ¿no?. ;DDD

Rosa dijo...

Es curioso, pero sin ser un especial seguidor de la "pasión", me encanta todo el folklore relaciono con la festividad...

Un besín