sábado, 26 de marzo de 2011

¿Qué nos queda?

Hace unos cuantos siglos, en medio de toda refriega callejera, era posible que alguien gritara: «Me acojo a sagrado» y entrara en una  iglesia o monasterio. Bastaba pisar el atrio para estar a salvo. Ya nadie podía prenderte, asaltarte, robarte ni perseguirte.
La dificultad estaba al salir, ya que si se demostraba que era un delincuente culpable, los responsables religiosos ponían al acogido a disposición de las autoridades civiles. Que más de uno se quedó para siempre en el monasterio, por si las moscas.



Algo así  fue lo que pasó en la Basílica de la Natividad de Belén y no hace tanto tiempo.
Algo más de 200 palestinos y 40 activistas europeos pacifistas, pasaron a encerrarse en la basílica que custodian los Franciscanos junto a sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa griega, los primeros en búsqueda del refugio del lugar sagrado (ya que los árabes también veneran el sitio) y los segundos para manifestar su solidaridad.

Durante 39 días, entre el 2 de abril y el 10 de mayo de 2002, toda la prensa internacional mantuvo su atención centrada en Belén, en el lugar exacto donde, según la tradición, nació Jesús de Nazaret, el profeta Issa.
250 personas, incluidos mujeres, ancianos y niños, se refugiaron en la Basílica, para protegerse de las incursiones israelíes que se estaban produciendo en Belén, al igual que en otras ciudades palestinas ocupadas, como Nablus, Ramallah o Jenin. Sitiados por las tropas invasoras, que les cortaron la luz y el agua, esas 250 personas (así como los sacerdotes que la custodian) sufrieron un asedio despiadado sin medicinas, comida, mantas, etc, y rodeados por francotiradores que consiguieron abatir a 8 de los palestinos que intentaron asomarse al patio de la Basílica para conseguir agua o ayuda.
Lo único a lo que se atrevió el ejército israelí, sabedor de la simbología del lugar y del descalabro internacional que supondría para ellos un asalto al lugar santo.
"Hemos rodeado el edificio, pero no pensamos dañarlo", declaró un portavoz israelí. “Hemos intentado establecer contacto con ellos para conseguir que se rindan sin efusión de sangre”, indicó una fuente militar israelí, que aseguró que “los soldados apostados en el lugar han recibido órdenes de no disparar hacia la Basílica”.
El asedio acabó con la deportación de trece activistas palestinos y la reubicación de otros 26 en lugares más apartados. El resto de la población salió sin más problemas, salvo el hambre y el miedo.

¿Y nosostros?, ¿donde nos acogemos?
Según el diccionario, en una pirueta poco comprensible,  acogerse a lugar sagrado significa: ” Huir de una dificultad que no puede satisfacer, interponiendo una voz o autoridad respetable”.

Llamadme escéptica, pero si eso significa a los poderes del Estado...que nos pillen confesados.

2 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Recuerdo lo que me costó explicarle esa frase a mi churumbel cuando tenía tres añitos viendo "el jorobado de Notre Dame", y a día de hoy esa escena sigue angustiándole.

juan andrés estrelles dijo...

Eso, que nos pille confesados y acogidos a sagrado. Aunque no se porque tengo la impresión de que esto último muy probablemente iba a tener menos efecto aquí –el país de María santísima- del que tubo en Belén. Interesante reflexión un abrazo. Nos leemos.