sábado, 10 de julio de 2010

Zapatos para el camino.

Que me gustan los zapatos es algo indiscutible. Y que los cuido mucho...tambien.
Cuando me puse a organizar las cosas de verano me di cuenta de que aún tengo el par de zapatos monisimos de la muerte que me compré para la comunión de mi hijo, el segundo, que hace....buffff, no lo digo que me dá cosa.
Y cuando alguien se puso a hablarme de mis amigos y de cuántos tengo y durante cuánto tiempo, los utilicé como símil para hacerme entender.

No hay secreto, sólo cuidarlos primorosamente. Como mis zapatos, limpios y envueltos en papel de seda en sus cajas entre temporadas.

Darles apoyo, cariño y solidaridad. Como a mis zapatos, que limpio siempre yo con betún del bueno y les saco lustre hasta que relucen como el sol.

No hacer nada que les dañe. Como tampoco me pondría unos zapatos de ante un día de lluvia.

Disfrutar de que los tienes aunque no les veas en siglos. Como a mis zapatos de bailar, abandonados ultimamente, pero que me encanta utilizar cuando puedo.

Entonces me doy cuenta de que se multiplican, como mis zapatos temporada a temporada.

Y que no me dán dolor de cabeza sobre dónde guardarlos. Mi corazón es infinito.


Es un placer caminar con ellos, los hay para todos los gustos. ¿O te pondrías los mismos zapatos para escalar y para ir a la oficina?

4 comentarios:

Maria dijo...

¡A quién no le gustan los zapatos!

Besos

Gal dijo...

jejejee los mejores los zapatos c'omodos bonitos y que puedas usar de marcha :)
un besazo desde Ohio.

Hyku dijo...

Una dama sin gusto por el calzado es una añoranza para la elegancia...

Besotes con cordones

pseudosocióloga dijo...

A mi hermana no le gustan los zapatos, a mis dos mejores amigas no les gustan los zapatos, lo mío con los zapatos es vicio.
Que buen simil, los zapatos.