Mientras esperaba me decía a mi misma que no iba a ponerme borde ni a soltarle ninguna de esas ironías que sólo sirven para que me miren como si me faltara una tuerca.
Cuando la ví llegar por el retrovisor, blanca cual corcel salvador, con sus lucecillas en el techo... ¡por fín!, se va a enterar este..
Mientras yo seguía pensando cómo podía haber tardado tanto, de un salto se baja de la cabina el chófer, con su polo negro de manga corta, envuelto en su chaleco reflectante (cosamásfeapordios) y, automáticamente, mis pensamientos cambiaron de rumbo: ¿donde esconde la Coca-Cola?.
¡Eh!, que tú estabas enfadada, me dice una vocecilla mientras se acerca a la ventanilla y mirándome a la cara, dato muy importante teniendo en cuenta el escote que llevaba, me dice amablemente: "quisiera disculparme por el retraso, estabamos descargando otro vehículo"... y ahí empieza lo peor, porque no se puede tener esa voz, ni mirarte como si entendiera exactamente lo que estás pensando y, mucho menos, tener esa pinta.
"¿Que donde lo llevamos?", me repite, mientras yo observo su pelo surcado de canas, como Clooney, y sus brazos mientras se pone los guantes. ¡Concéntrate! que pareces idiota . Menos mal que todas llevamos incorporada de serie esta voz fastidiante y puritana, empeñada en amargarte los buenos momentos.
Así que muy dignamente le digo, yo siempre voy al taller oficial y entonces... ¡sonríe!.
Ponte las gafas de sol, así no te lo notará, me dice la vocecilla, lo malo es que así no me veo ni yo, que tengo que llamar para arreglar lo de que me lleven a mi casa y tendré que ponerme las gafas de cerca, ¡mierda de vida!.
"¿Han arreglado ya cómo va a ir a su casa?", pregunta como si tuviera telepatía...er..pues no, tenía que llamar cuando llegase usted. Toma formalidad, no se vaya a pensar cosas raras.
Y va y coge su móvil, llama él mismo y les dice que no hace falta que envíen a nadie, que él me lleva a casa. Ale, en un plis-plas se ha hecho dueño de la situación, va a tenerme un ratito en su cabina y encima le pagarán los kilómetros. Muy hábil.
¿Y el cante que hemos dado?, ¿llegando a casa en una grua con mi coche subido en la parte de atrás? Discreto no es, la verdad, pa que engañarnos.
Pero al bajar, apoyada en sus fuertes manos y a pesar de que tampoco sabría decir si miraba mi escote o sólo entornaba los ojos al mirarme desde su altura, he decidido que me daba igual.
¿O es que una princesa no llega siempre en carroza?
7 comentarios:
¿A que hago que se me estropee el coche a mí también para que me toque ese conductor de grúa?
Mala, siempre dando envidia!
Besos.
¡Jajajaja!
No íbas a ser tu siempre.
besos
Hala, para que luego hablen de los hombres..., que a vosotras también se os va el santo al muslo...
Besos.
Dicen las estadísticas que las asistencias en carretera son la primera causa de relaciones extramatrimoniales. Cuidadí, cuidadín, que a las grúas las carga el diablo.
Habrás avisado en el taler que tornillo dejaste suelto , por que seguro que lo hiciste a propósito , que eres un poco brujilla
Un abrazo
Y será verdad.....
Pues claro, Elvis, la vista está para alegrarla. ;D
¿Pues no eran las relaciones laborales?. Jo, Sky, no vamos a poder vovir tranquilos en ningun sitio... ;D
Ni siquiera eso Caarsa, sólo tuve que mover la nariz ;D
Pseudo, de verdad de la buena.;D
Besos a todos
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