Los últimos dias he tenido la oportunidad de estar presente en conversaciones familiares que, de un modo u otro, me han hecho pensar si realmente los adolescentes de hace décadas, que ahora son padres, éramos tan diferentes a los adolescentes de ahora y si nos movían intereses diferentes. Creo que no os voy a sorprender si os digo que en realidad no. Más bien pueden haber cambiado las formas pero no el fondo.
Antes, en una sociedad más controlada y menos permisiva, teniamos que ingeniarnos cualquier estratagema para poder hacer lo que deseabamos. Y sin embargo, al final haciamos lo que muchos hacen ahora: decir que vas a clase y no ir; decir que estas con una amiga estudiando cuando estas con tu chico; quitarle el coche a papa pensando que no se enterará; y todas las tonterias que querais añadir y que habreis hecho alguna vez. Seguro.
La diferencia reside en que antes nos lo teniamos que ganar y ahora se creen en el derecho de hacerlo. Hemos pasado del control total a la libertad absoluta sin término medio.
Ahora la juventud ve normal, cada vez a más temprana edad, el poder decidir lo que quiere hacer sin ningun tipo de opinión de los adultos, que no hacemos más que agobiar. (Si le llego a decir algo así a mi madre, me da un sopapo que flipo).
No quiero decir que esté mal, solo que no tengo claro que los adolescentes estén preparados para asumir las responsabilidades de sus actos, mientras crezcan en la permisividad y el todo vale.
Una persona con la mínima capacidad de raciocinio y de responsabilidad, debe ser no solo capaz de tomar decisiones sobre sí misma sino alentada a que lo haga,
porque solo tomando decisiones y equivocándose es como aprenderá lo que tiene que hacer en la vida. Pero de ahí a que cualquier niñato sin dos dedos de frente se crea con el derecho divino de hacer lo que le de la gana media un abismo.
Me gustaría creer que los adolescentes comprenden que ésta etapa de su vida es muy importante y que todo lo que aprendan ahora les acompañara en el futuro; que tienen más formación a su alcance de la que nunca hubo; que tienen toda la información ( y más) que pueden necesitar. Lo tienen todo, solo tienen que aprovecharlo.
Y sin embargo, cuando se tiene la suerte de contar con una adolescente magnífica, razonable, inteligente, un poco vaga sí pero ¿ quien no?, sociable y normal, lo único que encuentra es intolerancia, desconfianza y malos rollos. ¡Increible!
Puestos a comparar, ¿que le pasa a ella que no me haya pasado a mi? ¿que está con gente mayor? pues claro ¿como va a aguantar a los niñatos de su edad?; ¿que le gusta un chico de más de veinte? yo tuve mi primer novio a los catorce y él tenía siete años más que yo; ¿que querría salir más por ahi? normal, quiere hacer lo que hacen los mayores, yo salía con la pandilla de mi hermano que eran todos mucho mayores que yo; ¿que se flipa con tonterias y no estudia bastante? como todas; ¿que piensa que nadie puede entenderla? esto se pasa con la edad; ¿sigo?...
Así que, bien mirado, un adolescente que se precie, es igual en todas las épocas.
Porque si no, estaríamos perdidos.
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