Creía que al escuchar aquellas palabras que tanto había esperado, su mundo iba ponerse boca abajo y su corazón iba a latir tan deprisa que explotaría sin remedio.
Creía que cuando las escuchara moriría de felicidad y renacería en otro ser, purificado, diferente.
Creía que aquellas palabras eran lo único que faltaba para que su entrega tuviera sentido.
Pero no sucedió.
Porque cuando escuchó aquellas palabras ya había muerto de felicidad entre sus brazos.
Cuando escuchó aquellas palabras había recibido multiplicado cualquier afecto que le hubiera entregado.
Cuando escuchó aquellas palabras se dió cuenta de que ya se lo había dicho de mil maneras diferentes.
Porque él le había dado una nueva vida.
Porque había construido un cielo para ella, un lugar donde no existía el dolor, donde podía ser libre.
Porque ella había esperado palabras cuando tenía una estrella.
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