sábado, 12 de julio de 2008

La ventana del Levante (Relato 6)

Miró el reloj por enésima vez, ya casi era la hora. Como todos los dias , puso en marcha el ritual. No recordaba como había empezado pero, lo cierto, era que se había convertido en parte de su vida. Tampoco habia querido preguntarse el motivo ¿ para qué?. Simplemente sucedia y ella era feliz, así que no necesitaba más razonamientos.


Se levantó de su mesa y recogió algunos de los papeles con los que estaba trabajando. Se dirigió al aseo y se lavó las manos, se peinó y se miró en el espejo. "Bueno, esto es lo que hay", se dijo mentalmente mientras se sonreía a sí misma. Despues, al salir, se dirijió a sus compañeros para rematar su coartada: " ¿quereis algo?, voy a por el almuerzo". Y como siempre nadie queria nada.


Se dirigió a la puerta con pasos pausados para que no notasen su ansiedad y salió a la calle. "Respira" se repetía, "respira y no corras". Porque solo duraba un instante y si corría podía echarlo todo a perder.

Salió y se dirigió hacia su derecha, recorriendo toda la acera y saludando a su paso a algunas personas, con normalidad, como si no estuviera aguantando la respiración y rogando mentalmente que él estuviera allí.


Estaba llegando a la esquina ( por fin), ya estaba cerca. Entonces inspiró profundamente y adoptó esa pose tan suya de " yo solo pasaba por aqui", como si no fuera con ella. Aunque sabía que al doblar aquella esquina su corazón iba a darle un vuelco en el pecho y la sangre iba a correrle vertiginosamente por las venas.


Y allí estaba. Como todos los dia.Ya le habia visto, desde la puerta, sentado en la mesa de siempre. Y como siempre, con sus compañeros, apurando la hora del almuerzo y charlando de cualquier cosa. Entonces ella mira hacia aquella ventana y sus ojos se cruzan. Los de él la envuelven como el mar, aunque ni se imagine que ella pueda sentirse así; los de ella brillan con alegría, aunque él no sepa que es por su causa. Y no se dicen nada.

Ella pasa y entra en la panaderia, se compra lo primero que se le ocurre y vuelve a salir, ha de recorrer el camino al revés y lo primero será esa ventana. "Hoy si" se dice. Y al llegar a su altura vuelve su cara hacia la ventana donde hay varios rostros contemplándola. Le da igual, su sonrisa es para él. Y mirándole de frente le sonríe, franca y abiertamente, ajitando su corazón como un pañuelo.


Y sigue su camino sin que él sepa que, por un breve instante, la ha hecho feliz solo con estar allí.


Vuelve a su trabajo sonriendo, un dia más los dioses le han dado su oportunidad. E intenta adivinar lo que él diría si supiera que ella nunca almuerza.

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