Recuerda el momento como si fuera ahora.
Habia temido el encuentro casi desde el mismo momento en que quedaron.
Era la gran prueba despues de media vida.
Se lo había planteado de la forma más racional posible, " al fin y al cabo todos cambiamos"
se había dicho para tranquilizarse.
Sin querer hacer caso de aquellas vocecillas insidiosas que le decían que, a lo peor,
la vida volvía simple y llanamente a pasarle cuentas. Y mucho menos a aquella que le decía
que todo aquello era tan altamente improbable, por no decir imposible, que lo más seguro es que en realidad fuera su última oportunidad para despedirse como es debido.
Pero no pudo prepararse para aquello.
La descarga, de cien mil voltios, empezó en la base de su columna vertebral
recorriéndo con la rapidez del rayo toda su espalda. Su vello se erizó en todo lo largo
y ancho de su cuerpo y sus extremidades no hubieran podido sostenerla si
hubiera estado de pie.
Sus ojos miraban fijamente al frente como hipnotizados mientras su cerebro
oraba sin cesar:
" Oh, Dios, déjame respirar, por favor, no puedo derrumbarme ahora".
Mientras, él la miraba con ternura, con franqueza, con sencillez,
como si aquello fuera lo más natural que pudiera haber dicho.
Sin darse cuenta de que acababa de partirle el alma.
"Nunca he querido a nadie como te quise a tí"
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