¡Aleluya, aleluya y tres veces aleluya!....gritaba, mientras entraba como una exhalación hasta la cocina, donde su esposa, que le había estado aguardando expectante todo el día, preparaba la cena como si no pasara nada.
No te vas a creer lo que he visto hoy, decía, con los ojos aún brillantes de excitación.
Cuenta, cuenta, dijo ella, que estoy casi neurasténica.
Tú sabes la importancia que tenía la reunión de hoy, dijo, comenzando su relato mientras su esposa asentía enérgicamente. No voy a decir que el rey hiciera mal al casarse con una castellana, que hay que cuidar las alianzas y todo eso, pero debió estar más fino a la hora de hacerle comprender nuestras leyes. Que para algo nos las dio nuestro buen señor el rey Don Jaime (I) y, cumpliéndolas siempre, hemos sido buenos vasallos a la vez que un pueblo independiente.
Ya lo decía yo, mascullaba la buena mujer mientras atacaba otra patata, en cuanto se casó por segunda vez. Porque si no hubiera tenido a Pedro *, pero claro, en teniéndolo…. los hijos de Leonor no tendrán nada ¡mal rollito! Pero es que se ha lanzado a la piscina ¡caramba!, pedir las mejores villas del reino para su hijo… ¿qué le quedaría entonces al heredero?
No me interrumpas, mujer, que pierdo el hilo.¿Por donde iba?, ¡ah! sí, elegir a Vinatea fue un acierto: ¡que temple! ¡que arrojo!.
La reina* no entendía nada, la pobre. Cuando ha visto entrar a todos los caballeros a exigir al rey que aboliera su donación, casi se desmaya. Y el Fernandito…. a las faldas de su madre que le hace todo el trabajo, a ver si así llega a ser alguien. La juventud de hoy en día, señor, que lo quiere todo hecho….
No te vayas por las ramas, le dijo su esposa que ya empezaba a comerse los puños, ¿qué ha pasado?
Vinatea, prosiguió entusiasmado, al frente del grupo, se ha plantado ante al rey y le ha dicho:
Señor, nos que somos tanto como Vos, pero todos juntos más que Vos, os hacemos principal entre los iguales mientras guardes nuestros fueros y libertades…
La reina empezaba a ponerse morada, sin embargo el Rey asentía y escuchaba, diríase que complacido de la escena.
Vinatea ha dejado muy claro el sentir de todos:
No cambiaremos de opinión, aunque me separe la cabeza del cuerpo, o nos mate a todos y, os prometo Señor, que si nos morimos no escapará nadie de los aquí presentes, todos morirán a espada, y Vos Señor, y la reina y D. Fernando….
¡Jesús!, exclamó la pobre mujer al escucharle, ¿y qué ha hecho el rey?
El rey se ha vuelto hacia su esposa y le ha preguntado: ¿esto es lo que querías escuchar?
La reina que ya estaba lívida y a punto de estallar, va y dice : si estuviéramos en Castilla esto no pasaría, mi hermano los hubiera hecho degollar.
Entonces D. Alfonso* con suavidad, mucha suavidad, le ha dicho:
Reina, reina…. Nuestro pueblo es libre y no está sojuzgado como el de Castilla, porque mi pueblo me tiene a mí como Señor y yo les tengo a ellos como buenos vasallos y compañeros.
Y ha dado fin al contrafuero y revocado la donación, mientras Fernando salía a toda prisa como alma que lleva el diablo. ¡Ja!
Los demás nos hemos ido a la plaza y hemos echado unas cuantas tracas para celebrarlo, que eso nunca ha de faltar.
Incluso algunos pedían que le hicieran una estatua a Vinatea…
Quizás algún día.
*Alfonso IV, el benigno
* Leonor de Castilla, segunda esposa del anterior
* Pedro IV, el del "punyalet"