viernes, 18 de noviembre de 2011

Tres en una.

Que mi niña se venga sin avisar ya no es sorpresa, salvo por la carita de boba que se me queda cuando la veo aparecer en la puerta de mi casa, la tónica habitual ya es que se presente de repente y nos pille a todos desprevenidos.
Sin embargo, este último viaje ha tenido dos sorpresas más.
Una, más o menos esperada, era comprobar que tal se llevaban su Golden adoptado y miedica, con la familia perruna española. Coser y cantar. Vamos, como si se conocieran de toda la vida. Saltos de alegría y todo que daban los pobres al verse. Salvo porque andaba todo el rato con un apéndice pegado a su culo ( Chucho , que es un obseso) la mar de bien.

Pero la tercera sorpresa....jajaja....esa sí ha sido buena. ¡Con decir que no se la esperaba ni la propia interesada!
Y es que su novio, que habla mucho menos que mi morenaza  y no va dando cuartos al pregonero sobre sus intenciones, la sorprendió con un anillo....¡Sí!¡ Se casan!

Así que, en una fecha aún no concretada de finales del 2012, nos toca bodorrio. Y lo mejor de todo es que no tendré que hacer nada, es el privilegio de la madre de la novia, tocarse las bowlings.
Bueno, eso y ponerse estupenda de la muerte, faltaría...

Hay quién asegura que es demasiado joven, pero siempre he dicho que carga a gusto no pesa. Así que si mi niña ha decidido irse al extranjero, trabajar, estudiar y, ya de paso, montar una boda en el tiempo libre que le queda, lo lógico es que esté segura de que lo hace porque  quiere, porque lo quiere (al novio) y porque es lo que la hace feliz. Así que yo me limito a aplaudir y, aunque sólo sea para que no digáis cómo me paso, ayudar un poquito en algo, venga.
Al menos no hago como el resto de la familia, que cuando les dijo que tenía que darles una noticia, se decantaron rapidamente por un embarazo. Siempre poniéndose en lo mejor....animalicos.

Y después os extrañaréis de no verme por aquí.....

sábado, 5 de noviembre de 2011

A lo chico

Hete aquí que llega una vez más el cambio de estación y, cómo no, que te encuentra entretenida con otras cosas, así que cuando llegas a ponerte a ordenar las cosas y cambiar la ropa de temporada, variopinto suceso que ocurre dos veces al año, o estás ya constipada o te falta poco.
No se a vosotros, pero a mi ya hace varias décadas que me pasa lo mismo, las cosas desaparecen misteriosamente o se empeñan en abultar la mitad de lo que lo hacían antes.
No me digáis que no habéis pensado más de una vez donde estará aquella camisa azul  que os gustaba tanto o la dichosa rebequita que no te quitabas ni a sol ni sombra el invierno pasado.
Lo que yo os diga: los armarios están llenos de duendes.

Muy simpáticos ellos, juegan a tenerte horas buscando unos zapatos " que te juro por Snoopy que guardé en ese altillo". O van recortando las chaquetas que antes te sentaban maravillosamente. Ahora te falta un poquillo de ná para abrocharlas," si dejo de respirar igual no mato a alguien cuando el botón salte despedido", piensas muy bondadosa contigo misma.
Pero lo más gracioso es que seguro que van por ahí diciendo que somos nosotros, que nos empeñamos en no dejar de crecer. ¡Una ja! Se comen la mitad y luego quieren que  quepas...¡desalmados!

Seguro que alguien se ha pasado sus buenos días buscando un jersey " que molaba mogollón para los vaqueros", mientras su madre o su mujer lo miraban como si no supieran de qué habla.Dos seres humanos confabulados perpetuamente con los duendes, no sé porqué extraño motivo... sino que le pregunten a mis niños.
O se ha encontrado de repente con que le devuelven " aquella camisa que compraste para compartir y que me llevé, aunque nunca me la puse". Maja la niña ... tres inviernos pensando dónde estaría la dichosa camisa. Aayysss...
Lo más alucinante es cuando sacas aquella cazadora que no te hubieras quitado ni para dormir y piensas "¿de verdad me ponía esto?", "¿porqué me parece tan hortera de repente?", e irremediablemente llegas  a la pregunta fatídica: " ¿me estaré haciendo mayor?"
¡Malditos armarios y sus duendes!

Así que he decidido apuntarme al club verde, ¿os acordáis del anuncio de la tele?, pues eso: a partir de ahora, mi armario estará lleno de Heineken.  He dicho.
Ya que no puedo con los duendes, los tendré de juerga perpetua.